Hoy en día el Metro es el principal transporte de la capital del país. Cuenta con 226 488 kilómetros de vías, a través de las cuales se mueven 4.6 millones de personas al día. Sin embargo, antes de que la “limusina naranja” echara andar, hubo un tiempo en que lo que movía a los chilangos era el sistema de tranvías de la Ciudad de México.
Lejos de ser solo un recuerdo del pasado, todavía es posible observar las huellas del sistema de tranvías en la movilidad chilanga. Algunas de sus antiguas rutas son similares a las del actual Sistema de Transporte Colectivo. Y además, la historia de los tranvías invita a hacer una importante reflexión sobre los problemas que aquejan al transporte público hasta la actualidad.
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De “trenes de sangre” a transporte eléctrico
La historia de los tranvías de la Ciudad de México se remonta a finales del siglo XIX. Este transporte comenzó a operar con mulas o caballos que jalaban trenes. Por ello, a esta primera versión del sistema se le conocía como “trenes de sangre” debido a que funcionaban gracias a la fuerza de dichos animales.
Fue hasta el 15 de enero de 1900 cuando se inauguró el primer tranvía eléctrico en la capital. Inicialmente, los vagones tenían una capacidad para 26 pasajeros sentados, además de 32 que podían viajar de pie. Más tarde, en la década de los 50, se adquirieron vagones con capacidad para hasta 100 personas. Existen registros fotográficos que indican que desde hace más de un siglo la insuficiencia del transporte público ha sido un problema en la capital.
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Las rutas del sistema de tranvías de la Ciudad de México
La primera línea de tranvías de la capital del país tuvo una extensión de 15 kilómetros. Corría desde el Zócalo hasta el pueblo de San Ángel. De hecho, la mayor parte de las líneas de este transporte partían del Zócalo para conectar el centro de la ciudad con otros puntos. Había líneas que iban desde el Centro Histórico hasta Santa María la Rivera, la colonia Guerrero, la Villa de Guadalupe, Azcapotzalco, Barranca del Muerto, Tacubaya, Xochimilco y Tlalpan.
Adicionalmente, había pocas líneas que no partían del Zócalo. Una de ellas iba desde Tlatelolco hasta Mixcoac. Por otro lado, el sistema contaba con un servicio especial que iba de Xochimilco a La Merced en el que los comerciantes y agricultores transportaban sus mercancías.
El corazón del sistema de tranvías de la Ciudad de México se encontraba en la colonia Doctores. En el cruce de las calles Niños Héroes y Claudio Bernard se ubicaba el Depósito de trenes de Indianilla, que funcionaba como almacén y taller para los vagones. Asimismo, ahí se encontraba la gran batería que alimentaba el sistema eléctrico. Este edificio todavía está en pie y alberga un centro cultural donde además se realizan exposiciones artísticas.
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El fin de una era
En su época de esplendor, el sistema de tranvías de la Ciudad de México llegó a mover a 300 000 pasajeros al día. Sin embargo, a partir de la década de los 20 comenzó a aquejar una serie de problemas que guardan paralelismos con las carencias actuales del Metro: conflictos sindicales, accidentes y una falta de atención que lo hizo caer en la obsolescencia.
Primero, los trabajadores del sistema constituyeron un sindicato al que las autoridades decidieron combatir inconformes tanto con sus demandas como con sus huelgas. Para quitar poder a los tranviarios, se comenzaron a introducir camiones, hasta que en la década de los 40 se retiraron algunas vías para pavimentar las calles y dar espacio al transporte público sobre ruedas.
Sin embargo, el episodio que marcó el principio del fin para el sistema de tranvías de la Ciudad de México fue un accidente ocurrido el 21 de febrero de 1953. Ese día, dos trenes de la línea que iba del Zócalo a Tacubaya chocaron de frente, dejando un saldo de 63 muertos. El hecho causó que el sistema perdiera prestigio.
En 1967 comenzó la construcción del Metro de la Ciudad de México, que comenzó operaciones en 1969. Paulatinamente fueron cerrándose las líneas del tranvía hasta que el temblor de 1985 marcó el cierre definitivo del sistema.
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Vestigios de los tranvías que sobreviven en la Ciudad de México
Aunque el sistema de tranvías dejó de existir como tal, todavía es posible observar parte de su herencia en CDMX. Por ejemplo, la última línea que operó es la que corría de San Antonio Abad hasta Xochimilco. Eventualmente se sustituyeron los trenes y se convirtió en el Tren Ligero.
Por otro lado, algunos de los tranvías fueron retomados para dar recorridos turísticos tanto en el Centro Histórico como en la alcaldía Coyoacán.
Además, para los amantes de la historia, existe el Museo de Servicios de Transportes Eléctricos. En el recinto ubicado en Av. Municipio Libre 402, colonia San Andrés Tetepilco, es posible conocer una colección con maquinarias y un acervo fotográfico sobre más de un siglo de transporte eléctrico en México.
Así, los tranvías permanecen en la memoria de la Ciudad de México como recuerdo de un tiempo en que una movilidad menos caótica que quedó atrás con la llegada de la modernidad.