¿A qué te sabe la vida cuando te inspiras? Sonideras chilangas y su munda
“¡Vamos a iniciar con este gran programa! ¿Qué te parece si empezamos con algo de salsa? Salsa romántica, para que lo bailes, para que lo goces, y si no, pues namás meneas los ojitos y ya está. A la…
“¡Vamos a iniciar con este gran programa! ¿Qué te parece si empezamos con algo de salsa? Salsa romántica, para que lo bailes, para que lo goces, y si no, pues namás meneas los ojitos y ya está. A la manera y al estilo de tu amiga La Chikis Salsera”. Iztapalapa, a sus 5 de la tarde, se transformó: el espacio cambió, podría decirse que entró en una dinámica de mutación que seguiría por el corto tiempo que dura la presentación de una sonidera: no más de una hora; hasta que se apague la voz.
La Chikis Salsera lo observaba todo desde la cabina. Para ella el espacio donde los cuerpos se mueven es un lienzo en blanco, donde se traza no con pintura, sino con salsa romántica. La Chikis convierte el ritmo en materia, en una materia a su imagen y semejanza: en sonida. La salsa romántica no es del gusto en general como las cumbias, pues porque son baladitas; pero en ese momento, la salsa romántica creó la sonida, así, en femenino. En el escenario, sobre un templete, en la cabina sonidera, solo estaban La Chikis y su pareja fallecida. Solo su interpretación con su interpretación: algo femenino por personalísimo, un vinil cuyo lado A y lado B son el mismo.
Su cuerpa era el medio principal para cuanto sucedía: solo ese gesto sutil, ese breve movimiento que hacía marea sobre cientos de personas bailando al ritmo de su sonida. La Chikis describía a los asistentes como si fuera descubriendo el nombre de cada uno.
No solo eran los usuales saludos que mandan las sonideras, donde se dice el nombre y ya: ella describía a las personas como quien va creando la munda, te hacía sentir parte, no por nombrarte, sino por conocerte desde dentro. No es lo mismo un “Hola Benito” a un “Hola Benito, gracias por sonreír bailando esta tarde”. Y esa tarde la munda de La Chikis está hecha de salsa romántica, música, voz, amigas, amigos, personas que vendían diversas botanas y alimentos, puestos de ropa sonidera, playeras sonideras; y su voz, que se extendía interminable desde la sonida fluyendo de las bocinas.
La munda de las sonideras es una historia oral que podría contarse en sonidas. El uso de la a en esta palabra no es un error, sino la primera palabra que define esta munda. “Sonida” es esa sensación producida en el oído, sobre las calles, por la vibración de las bocinas a cargo de una sonidera. Es mucho más que un sonido: al micrófono, las sonideras convierten música como el son cubano o el heavy metal en algo mucho más personal. No es tampoco la mera fiesta que un sonidero (varón) implanta sobre las calles: es algo íntimo. La intimidad es la constante de cualquier sonidera chilanga. Particularmente con dos cosas: los chapopotes (que en esta munda es la palabra que se usa para nombrar a los discos de vinil) y con Tepito. El Tepito que los chilangos llevan en los sueños, en el amor o en el odio.
“Los chilangos tienen Tepito entre los labios”, diría Alu, que es el nombre clave de Josefina, hermana de La Socia.
En la munda de las sonideras, la primera fue La Socia: Guadalupe Reyes Salazar, quien contribuyó a generar algunos conceptos que definen al oficio sonidero. Como su sobrenombre, Guadalupe Reyes se sentía una socia de sus amistades y de su comunidad, y más que eso, sentía su apoyo. Entre sus amistades destacó Ramón Rojo Villa, quien actualmente es Sonido La Changa.
En su adolescencia, Ramón recibió de La Socia todo lo que una amiga puede compartir de forma desinteresada; ella incluso le dio un hogar a Ramón por una breve temporada. Alu recuerda que, cuando era niña, la gente pasaba toda la tarde tocando a la puerta de su casa para saber en qué vecindad habría tardeada con La Socia. Alu les informaba, con la voz cálida que aún mantiene, que La Socia iba a estar en aquella vecindad de la calle de los panaderos, por ejemplo.
La Socia inició con sus tardeadas entre los 18 y 22 años. Ella fue el primer equipo de sonido (de sonida) que tocaba siete días a la semana, con una sede específica para cada día. En ese momento ya había equipos en Tepito, en la Doctores, en Peralvillo, en Tacubaya y en Iztapalapa; pero estos no tenían la misma dinámica de trabajo: en su mayoría tocaban en tardeadas un día del fin de semana, nada más. Por eso La Socia se volvió un éxito, de tal manera que compró otro equipo para mandar a su mamá a presentarse a donde ella no podía: fue así que La Socia se volvió muy pronto Las Socias.
En las tardeadas, era Beba, amiga de La Socia, la encargada de solicitar cooperación voluntaria a lxs asistentes. A quienes cooperaban les ponían un moño, y solo las personas que tenían moño podían bailar. Al no usar micrófono, La Socia utilizaba una sonida mezclada, una voz que todas las sonidas usan, mezclándola con discos importados de La Sonora Matancera, chapopotes que nadie tenía en Tepito, con versiones o canciones desconocidas. Con esos chapopotes que solo ella tenía se volvió emblemática. Eventualmente se volvió amiga de Caito, integrante de La Sonora Matancera, quien asistía a la vecindad Casa Blanca a visitar a la familia de La Socia para reír, bailar o tomarse una foto.
Pero La Socia no solo fue amiga de los músicos con los que animaba la fiesta desde su sonida. El corazón de La Socia estuvo lleno de amigxs y seres amados, como Adriana y Rodrigo González, sus hijos, y Rogelio González, su viudo. Tuvo un mundo lleno de cariños, pero no del reconocimiento en vida: murió joven, a los 39 años, por situaciones del corazón.
Hoy el mundo de las sonideras no es más reconocido. Las sonideras que están pagadas en eventos son pocas: demasiadas de ellas piden a los organizadores tocar gratis, aunque sean tres temitas; y eso sin intro, porque entre melodía y melodía que se baila las sonideras ponen una intro para presentar el tema. En esos espacios, algunas sonideras han sabido construir un lenguaje.
Por ejemplo, Aglaé García y su Sonido Inspiración generan intermedios únicos: entre baile y baile, mete rock, un bolero o algún otro género musical que no esperarías escuchar con una sonidera. Y es ahí donde aprovecha también para meter su frase, casi su firma: en la bocina retumba un “¿A qué te sabe la vida cuando te inspiras?”. Y entonces dan ganas de bailar. Igual que Aglaé, las demás sonideras suelen tener frases que las distinguen, que pueden ir en spot grabado o dichas al micrófono. Hay quienes usan frases, pero también quienes usan una sola palabra; ahí está, por ejemplo, Sonido Diversidad: Beatriz Vargas, quien forma parte de la comunidad LGBT+, a quien es común escucharle un “¡Cachawaaooo!” al micrófono.
Ser sonidera no se trata de ser la más fregona, la más líder, la más acá: se trata de saber quién eres tú, de encontrarte en un paisaje de cumbia mientras usas el micrófono. A diferencia de los hombres sonideros, que producen efectos para hacer la voz más grave o más profunda; las sonideras no utilizan estos efectos, y la grabación que usan es casi directa y natural.
Además, ser sonidera es una cuestión multicanal. En el Peñón de los Baños del Barrio del Carmen, conocido como Colombia Chiquita, en la calle Quetzalcóatl 158, se encuentra Discos Colombia Chiquita, una tienda con 60 años de servicio, donde se pueden adquirir discos de colección. Aquí es posible que te atienda La Morena, María de la Luz Perea, la sonidera con mayor conocimiento en chapopotes. Su familia fue una de las primeras que viajó al Caribe y Sudamérica, especialmente a Colombia, para traer música exclusiva a México.
Traían chapopotes que no se veían en las tiendas de discos ni se tocaban en la radio: la familia Perea se hizo relevante por vender grabaciones exclusivas que contienen un tema o varios que se convertían en éxitos para el equipo de audio. Esto que representaba en sus bailes una mayor cantidad de público que acudía a escuchar esa canción que nadie más tenía. Además de Discos Colombia Chiquita, hay otras tiendas que venden música y ropa sonidera, como Discos Sonorámico, en la calle de República de El Salvador 40, en el Centro Histórico.
La Zeida, Laura Perea, es hermana de La Morena, y se caracteriza por controlar la aguja de un tocadiscos marca Garrard, máquina a la que se le puede modificar los componentes mecánicos y ponerle dos perillas, una para la disminución en la velocidad y el pitch, y otra para callar momentáneamente la reproducción y poder hablar al micrófono sin ruido de fondo. Estas dos funciones no vienen de fábrica.
Si escuchas la canción original del tema “La Ruana”, de los Wawancó, y la versión sonidera, notas una diferencia: la versión sonidera es más lenta porque en México no se baila tan rápido; y menos en la Ciudad de México. La disminución de la velocidad de un tema se produjo en la Ciudad de México en los años 1970, y ocasiona una tersura grave en las canciones. El modelo Garrard RC88 es conocido y deseado por cualquier sonidera que le dé al vinil, pero su brazo es pesado en comparación con los tocadiscos actuales.
Para manejar el brazo de un tocadiscos Garrard es necesario que la sonidera se mantenga con la seguridad de una pintora; también como una pintora, la sonidera puede quitar de un brochazo la música y generar veladuras con su voz, para suavizar el ambiente. Las sonideras del vinil pueden alargar una canción, como se da profundidad a un cuadro, generalmente en los solos que tienen los músicos. También pueden repetir esa parte para que el bailarín urbano tenga más tiempo de sacarle brillo al asfalto de la pista sonidera.
La gran familia sonidera
La amistad y la relación entre personas que ejercen el oficio sonidero genera familias sonideras. Una de las familias de gran historia se encuentra en la alcaldía Iztapalapa. Joyce Musicolor tiene un amor particular por los viniles 45 RPM. Comenzó siendo la voz del Sonido Ecos de Colombia; y posteriormente se llamó La Reina Fuentes. Joyce Musicolor fue presentadora de páginas sonideras y, al tomar su nombre artístico actual, construyó una plataforma que ofrece talleres a niñas, niños y mujeres, transmitiendo el profesionalismo y el amor que tiene por la cumbia y el sonidero. Pincha en clubs nocturnos y en festivales. Es conocidísima en las tiendas de viniles, de las cuales ha hecho un acervo de discos importados de Colombia en una pequeña presentación que gira por 45 vueltas a la cumbia. No es raro que Joyce viaje a Colombia a compartir nuestra perspectiva chilanga de la cultura de la cumbia.
Joyce Musicolor es amiga de Sonido Inspiración, porque en esto de la sonida lo que importa, antes que ser sonidera, es ser amiga. La música de Inspiración es buena para pasar el mal tiempo con buena cumbia. En las presentaciones de Sonido Inspiración podemos bailar “Él me ama, yo le amo”, de Orquesta la Luz, ese conjunto japonés de salsa que canta en español. Este es un tema que solamente pincha ella. Inspiración es de la alcaldía Coyoacán y, cuando no hay música, se dedica al negocio de venta y servicio de extinguidores. La mayoría de sonideras lo son por amor a la camiseta, pero se mantienen de otros medios, oficios o profesiones. A Inspiración le apasiona ir a las chácharas, a los tianguis de cosas usadas a buscar viniles que traigan un son montuno. Uno de sus discos favoritos es de Henry Castro, el que trae la cumbia “Mi kiki”, a la que ella le baja sutilmente las revoluciones, pues su orquestación es de un ritmo rápido para el gusto chilango. “Mi kiki” se volvió famosa por el Sonido Amistad Caracas, Ariel Pérez, El Caballero de la Salsa: todo está conectado.
La viuda de Sonido Amistad Caracas es la Dama de la Salsa, y Discos Ely es su hija: madre e hija también son sonideras, y consideran sus proyectos como medios de difusión del ambiente sonidero. Especialmente Discos Ely, una plataforma de comunicación sonidera que transmite por Facebook. Radio Tepito online también es una plataforma de comunicación sonidera, que ha realizado bloques enteros de sonideras en sus transmisiones. Tal es el caso de la que hubo el 10 de agosto de 2023, con Sonido La Libertad: Yesenia Gomora (quien antes era La Chikis Salsera), Bety Universo: Beatriz Gómez, Sonido Bongonee: Aide Amaya, La Sonera del Sabor: Angélica González, además de la vinilera aficionada al ambiente sonidero, Ángela González.
Ese día trabajaban en grupos de dos sonideras por set de dos canciones. La sonida de los chapopotes que hubo en esa transmisión era una fiesta de cumbia santafesina, sampuesana, soledeña, cienaguera, momposina, sanjacintera, cartagenera, magangueleña, sabanera, vallenata, cumbiamba, cereteana, boliviana, venezolana, piurana, sanjuanera, sureña, amazónica, de swing criollo, chicha, salsa romántica, salsa brava, mambo, porro, guaracha, rumba, paseo y vallenato.
Las otras sonideras
No todo es color de rosa entre sonideras: Sonido Canela: Gina Jiménez, asegura ser la primera sonidera. Considera que La Socia, al no usar micrófono, no era sonidera. Sonido Canela dice ser originaria de Tepito, y la idea del nombre de su sonido la planificó con Luis Matanzas Cuba: Club Tepito, organizador de las dinámicas de las ruedas en el barrio de Tepito. Sea como sea, Sonido Canela es pionera. Hace siete años que realiza transmisiones por Facebook live, donde ella toca y manda saludos desde el Norte de California, donde vive. Así como Sonido Canela, muchas sonideras hacen transmisiones, aunque a últimas fechas esta red social ha detenido la mayoría de las transmisiones por derechos de autor. En Estados Unidos también hay más sonideras, como Sonido Yare: Carmen Mejía de San Diego, California, o Sensación Metálica: Patty Munguia de New Haven, Connecticut.
Quien desconoce el mundo de las sonideras desconoce que existen sonideras en Estados Unidos, pero también desconoce que existen sonideras rockeras. La Mujer Biónica: Ana Caballero es sonidera de rock, un submundo del ambiente sonidero. Ella puede poner “Goldener Reiner” de Joachinm Witt; o “Johnny et Marie” de Marie Léonor, ambas con el pitch revolucionado; o “That’s The Love”, de Joe King Carrasco. Tiene un canal en YouTube donde se pueden ver sus tocadas o escuchar sus versiones.
Se hace llamar “la diosa en la pista del rock” porque ganó el concurso de baile titulado con el mismo nombre, en una tardeada en el Frontón El Puente, Chimalhuacán, donde desde adolescente asistía a tardeadas de rock domingueras. Ahora ella, en vez de bailar, toca ahí. Formó parte del club de fans que se llamaban Las Divas, y su hermano es Sonido El Karma del Rock and Roll. Ella es pasante de Trabajo Social y ejerce la profesión mientras piensa en poner un punksito para que la banda saque sus mejores pasos. Tocadas de sonideras rockeras existen en San Lázaro, Los Reyes, Valle de Chalco, Chalco, Texcoco, Ecatepec, Chimalhuacán y Nezahualcóyotl.
Las sonideras dejaron de usar la calle, pero no dejan esa relación con sitios públicos. Por ejemplo, La Mujer Biónica toca usualmente en canchas públicas; también está el proyecto naciente de la Marea Morada, que recién inicia en la Fuente de Venus de La Alameda Central. Marea Morada es coordinada por Sonido La Dama: Jacqueline Malagón y Abigaíl La Mamazona, y es un evento donde se presentan sonideras y sonideros con discapacidad, los sábados dede 17 a 22:30 horas. Por esta sede ya han pasado Sonido Cataleya: Virydiana Fuentes, Lulú, La Salserita: Lourdes Bautista y Abigail La Mamazona, quien pertenece a la comunidad trans. Muchas sonideras ahora tocan más en museos, instituciones públicas, clubs y bares, que en eventos sonideros donde hay un cartel con compañeras y compañeros del gremio. Esto es polémico: hay quien solo considera sonidera a quien toca en eventos sonideros. Espacios como Marea Morada vuelven a poner a las sonideras en un espacio público.
La sonida que lleva vibraciones a nuestros pies y oídos viene de muchas sonideras que quedaron sin mencionar. Queda en el aire la sonida, queda la invitación a que vayamos a buscarlas en Facebook (red social por excelencia de las sonideras), queda la invitación a buscarlas en espacios públicos, a meternos más en esa munda que a veces nos pasa desapercibida.