Ricky Martin y el 8M: cuando el pop cruza lo urgente y político

«Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa», es una frase atribuida a la justiciera social y anarquista Emma Goldman. Y la noche del 8M, en el marco del Día Internacional de La Mujer, eso fue lo ocurrió…

«Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa», es una frase atribuida a la justiciera social y anarquista Emma Goldman. Y la noche del 8M, en el marco del Día Internacional de La Mujer, eso fue lo ocurrió en el Foro Sol: una revolución donde miles de mujeres bailaron, gritaron y crearon una atmósfera única. ¿La razón? El reencuentro con una de sus estrellas de pop favoritas: Ricky Martin.

Pero la alegoría no es gratuita ni forzada. Luego de una apertura fuerte que causó furor colectivo con “Livin’ la vida loca” y “La Bomba”, por un momento el Foro Sol guardó silencio, cosa que parecía insólita, después de momentos de euforia desbordada. El morado, color que ha sido insignia de las luchas feministas, inundó el recinto por unos segundos y después Ricky Martin tomó el micrófono. «Yo celebro la existencia de las mujeres los 365 días del año. Pero hoy no es un día de celebración. Hoy es un día de lucha. Por las mujeres que están aquí y por las que ya no están presentes. Mujeres: en mí tienen a un aliado», exclamó la estrella, quien arrancó sonoros gritos de un Foro Sol que correspondió a su discurso solidario. 

A continuación, Ricky entonó la canción “Tiburones”, que en su momento tuvo hubo muy buena acogida debido a que su video muestra a una mujer con pañoleta verde —insignia de las mujeres que buscan libertad para decidir sobre sus cuerpos—, en medio de una protesta acercándose a un policía, para después arrebatarle el casco y besarlo. Justo mientras el popstar entonaba esta canción, fragmentos de este video fueron proyectados en la pantalla. ¿El resultado? Una audiencia conmovida que conectó con el mensaje de apoyo que Ricky Martin quería transmitir.

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Un experto en encender la fiesta y en vivir en libertad

Más allá de un recital solemne, Ricky demostró que si algo sabe hacer es llevar un show por un subir y bajar de emociones. Después de su demostración solidaria con las mujeres en el 8M, un show de percusiones y bailarines anunció que la noche daría un giro y así fue: el boricua hizo suyo el escenario a ritmo de dos de sus hits más bailables, “She Bangs” y “Shake your Bon-Bon”.

Dejando sus bíceps al descubierto, el astro del pop latino arrancó gritos y suspiros de las y los presentes. En las gradas una voz rasposa y masculina le gritó “¡viejo sabroso!”, mientras que las chicas asintieron a esta afirmación entre risas. Una de las cosas que más se apreciaron y ovacionaron fue ver a Ricky bailar de forma sugerente con sus bailarines hombres. Para nadie es un secreto que este cantante salió del clóset hace tiempo e incluso tiene esposo y dos hijos, por lo que estos guiños a vivir abiertamente su orientación sexual, incluso arriba del escenario, fueron muy bien recibidos por su público.

A sus 50 años, él es mucho más que un sex symbol: es la clara representación de que los tiempos comienzan a cambiar y que ya hay más apertura en la industria musical, así como entre el público.

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Ricky Martin: un romántico incorregible

El fandom de Ricky agradeció que se tomó un bloque entero para cantar las baladas entrañables que dejaron huella en la historia del pop. “Soy un romántico, lo tengo que aceptar, y lo que viene es una muestra de eso”, pronunció antes de entonar “Te extraño, te olvido, te amo”, a las que le siguieron “Vuelve” y “Tu recuerdo”.

Pero la parte que arrancó más suspiros y hasta lágrimas fue el medley conformado por “A medio vivir”, “Fuego contra fuego”, y “Fuego de noche, nieve de día”. Con este trío de canciones la estrella terminó de echarse el público a la bolsa y las luces de los celulares se encendieron en todo el Foro Sol. 

Cerrando con la fiesta por todo lo alto

Después de la fase romántica, un show de bailarines de flamenco y otro cambio de vestuario, Ricky apostó por sus cartas fuertes para cerrar el show. Con “Pégate” —canción que se hiciera famosa con su disco Unplugged—, luego con La Mordidita y finalmente con “María”, el público, ya sea en la zona de pista o en las gradas, se entregó al baile y a la fiesta. 

Cuando entonó “Vente pa’ ca” los ánimos terminaron de desbordarse, y al aparecer Maluma en las pantallas la gente enloqueció. Aunque parecía que este era el final del show esto no fue así; el superstar regresó para cerrar con uno de los hits que le dieron fama internacional: “La copa de la vida”, que fue el tema del hoy ya lejano mundial Francia 1998 (antes de que Shakira se convirtiera en la reina de los mundiales).

Fue así como Ricky Martin demostró que sus caderas siguen tan incendiarias como cuando hizo su crossover, y que además ser una estrella del pop de talla mundial no significa olvidarse de las canciones que le dieron fama en Latinoamérica. Pero sobre todo que se puede hacer un show que combina el amor, la fiesta y las declaraciones políticas. Una revolución que seguramente sí le gustaría a Emma Goldman.

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