Aunque actualmente su nombre remite a la música y los mariachis, la historia de Plaza Garibaldi también está ligada a la alfarería.
En la época prehispánica, el espacio donde se ubica la plaza era un barrio de alfareros. Antes de que la música llegara, el lugar fue sede de un tianguis y de expendios de pulque. Pero ¿por qué se llama Garibaldi?
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Contrario a lo que pudiera pensarse, la plaza más mexicana —la de los mariachis, el Tenampa y las películas de Pedro Infante— no debe su nombre a un músico. Ni siquiera a un mexicano, sino a un italiano.
Se trata de José “Peppino” Garibaldi, el nieto Giuseppe Garibaldi, unificador de Italia.
Historia de Plaza Garibaldi
Antes de la conquista el lugar que ocupa Garibaldi era conocido como Cuepopan, un barrio de alfareros prehispánicos.
Posteriormente, durante la colonia, pasó a ser nombrado como Plazuela del Jardín. Era un espacio rodeado tan solo por algunas casas humildes. Quienes habitaban allí eran en su mayoría personas de origen indígena.
Ya en la época del México independiente, se convirtió en la sede de El Baratillo, un tianguis similar al de la lagunilla que originalmente ocupaba el Zócalo. El Baratillo ocupó la plaza desde 1871. Allí se vendían a precios accesibles artículos importados desde Asia que resultaban dañados durante los traslados en barco. Además, se comercializaban artículos de segunda mano.
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En 1884 el tianguis fue retirado de la plaza y durante décadas lo único que quedó fueron algunos expendios de pulque. Dichos expendios en realidad eran caseros y no tenían espacio para que sus clientes consumieran en el lugar. Por ello, las personas que acudían a comprar se reunían a beber en la plaza.
Origen de su nombre actual
Tras algunas décadas, la plaza fue remodela y en 1921 se le reinauguró con su nombre actual: Plaza Garibaldi.
El nombre es un homenaje a José “Pepino” Garibaldi, un revolucionario italiano muy cercano a Francisco I. Madero.
“Peppino” era nieto del unificador de Italia, Giuseppe Garibaldi. Siguiendo la tradición guerrillera de su abuelo, salió de su país para luchar en distintas guerrillas. Combatió en Venezuela, Guyana y hasta Sudáfrica.
El aventurero llegó a Chihuahua en 1910 en busca de minas de oro. No obstante, estalló la Revolución y sus planes se frustraron.
Lejos de escapar, Garibaldi se enroló en las tropas rebeldes de Francisco I. Madero. Incluso reclutó a otros extranjeros y conformó una legión que participó en varias batallas.
Garibaldi se hizo tan cercano a Madero que este último lo nombró comandante. Sin embargo, el italiano nunca congenió con Villa y Zapata, por lo que al poco tiempo salió de México rumbo a Europa, donde combatió en la Primera Guerra Mundial.
La llegada de los mariachis
Ahora bien: ¿cómo es que Garibaldi dio un giro a su historia y se convirtió en la plaza de los mariachis?
Además de pulquerías, en la plaza comenzaron a instalarse algunas cantinas en la década de los 20. Una de ellas fue el famoso Tenampa, propiedad del jalisciense Juan Indalecio Hernández.
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Hernández estaba interesado en que sus clientes pudieran disfrutar de la música de los mariachis de Jalisco, por lo que comenzó a invitar a algunos conjuntos a cantar en el Tenampa.
Poco a poco, la presencia de los mariachis en Garibaldi se hizo más común. Este fenómeno fue retratado y potenciado por las películas de la época de oro del cine mexicano. Pedro Infante, Javier Solís y Jorge Negrete se convirtieron en ídolos y su imagen quedó asociada a Garibaldi, atrayendo a cada vez más gente. Allí tocaron y cantaron también José Alfredo Jiménez, Chavela Vargas, Lucha Reyes y más artistas.
Hoy la plaza aloja al Museo del Tequila y el Mezcal y la Escuela de Mariachis. Su nombre evoca la mexicanidad, aunque su intención sea honrar a un revolucionario italiano.