Después de la intensidad que representa Cannes siempre en sus primeros días ―a nivel de la vasta presencia de prensa, industria, estrellas internacionales y hasta narrativas hiperbólicas― el estertor del festival llega casi siempre con un ritmo distinto, una cadencia que permite que otro tipo de cine se presente en la Croisette.
Por Pedro Segura
La radicalidad que ya había aterrizado de la mano de Jia Zhangke y Caught in the Tides encontró acompañante, casi un pariente formal, en el más reciente trabajo del autor portugués Miguel Gomes. Grand Tour es un filme de corte internacional en el que el cineasta cuenta la historia de un amor en fuga en el sureste asiático. El proyecto, dificultado por la pandemia, imposibilitó una forma de narrar pero obligó a que, con creatividad, Gomes siguiera explotando sus intereses y encontrara un lenguaje propio para esta historia.
En un formato críptico, la historia de amor se pierde entre presente y pasado, tal como la mirada del espectador que encuentra difícil a dónde mirar. Es toda una invitación a la aventura, a saltar al vacío de la mano del director a la belleza que involucra la creatividad humana. Esto, mientras nos dejamos llevar por una ficción irrefrenable para Gomes tan fuerte como la necesidad de amar.
Este impulso creativo encontró eco en la primera presencia en competencia internacional ―desde hace más de 50 años de cine hindú― en la Croisette. Con All We Imagine as Light, Payal Kapadia, quien hace un par de años se alzó con el premio a Mejor Documental en este mismo festival, nos adentra en el universo de dos enfermeras. Con sutileza y elegancia, Kapadia desmenuza relaciones de clase, así como la influencia de la economía en el universo íntimo y personal de estos personajes. Es una enternecedora mirada única a la India contemporánea.
Este drama contenido, que destaca por sus sutilezas y humildad ―tanto formal como narrativa― contrasta con el más reciente trabajo del autor italiano Paolo Sorrentino, Parthenope. El director regresa a Cannes con un despliegue visual de vacuidad, la superficialidad decantada en un intento de fábula griega situada en Nápoles.
Esta obra solo manifiesta la verdadera tragedia que representa la obra de este cineasta que, como lo ha manifestado en obras previas como Youth (2015) o La gran belleza (2013), tiene las herramientas y capacidades para retratar aquello que se categoriza como estándar de belleza. Sin embargo, la tragedia radica en su clara incapacidad de apreciarla o entenderla. Pura superficie.