Karla Picard no se considera una atleta convencional. Aunque siempre ha formado parte del reducido porcentaje de mexicanxs que hace algún tipo de actividad física (39.8% en 2023, según datos del Módulo de Práctica Deportiva y Ejercicio Físico del INEGI) fue en pleno encierro de la pandemia cuando se encontró con el triatlón.
Estaba “bajoneada” porque las condiciones de la crisis sanitaria le impidieron participar en el Ironman 70.3 de Campeche. En medio de aquel encierro, su primo le propuso aventarse el Cero Challenge, un desafiante trayecto de bici, trail y hiking que culminaba en el Pico de Orizaba.
Un giro de tuerca
Se negó al inicio pero acabó ganando aquel retador trayecto. “Quién sabe qué pasó por mi mente, son de esas cosas que si lo piensas mucho no lo haces”. Fue el giro de tuerca que terminó por consolidar una trayectoria intermitente en la escena deportiva, en la que pasó por el futbol, el basquetbol, padel y tenis.
Convertida en una atleta de alto rendimiento, para ella fue ese efecto “no sé qué tiene” del quehacer deportivo. “Terminas conectando contigo”, dice. “He aprendido mucho de mí por esa conexión desde que estoy haciendo de porte de forma seria”.
Meteórica trayectoria
En solo un par de años, pasó del deporte recreativo a atleta extrema y aventurera. En un año sabático recorrió durante un año el sureste asiático, en el que solo le faltó visitar Laos y durante el que buceó y escaló montañas. “Me compré un boleto sin saber adónde ir ni cuánto tiempo”.
Ha completado el Patagonman, el triatlón chileno catalogado como de los más extremos del mundo y recuenta haber recorrido (ya sea en bicicleta, corriendo o en senderismo) todas las montañas del país. “Ya me aventé todas, la que más he subido es el Izta”.
En medio de esta meteórica trayectoria, Karla destaca su mayor conquista: blidarse contra el estrés continuo del mundo financiero en su trabajo como trader financiera. “Todo se me resbala”. Y todo gracias al deporte.
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