La Catrina es un personaje que por años ha sido parte importante de la celebración mexicana de Día de Muertos. Un esqueleto elegante y fiestero que adorna las ofrendas, famoso entre los disfraces y además es construido en gigantescos tamaños para los desfiles.
Sin embargo, muy poco sabemos sobre su origen o significado. Lo más cercano podría ser que representa a las muertos, pero ¿por qué está tan feliz y bien vestida?
La Catrina, una combinación de dos ideologías
La Catrina es el resultado de la mezcla entre las creencias indígenas de México y la doctrina que los españoles vinieron a imponer.
Para nuestros antepasados, la muerte y su imagen, eran elementos muy presentes en el día a día.
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Cráneos y esqueletos eran considerados vestigios sagrados, por lo que se les usaba para fines ceremoniales y rituales. La muerte era tan importante que incluso algunas culturas mexicanas mantenían los restos de sus seres queridos cerca.
Con la llegada de los españoles, las creencias ancestrales sobre la muerte y la adoración al mismísimo señor del Mictlán, Mictlantecuhtli, fueron borradas y transformadas.
Las calacas también se tuvieron que adaptar
Si bien, la figura de la muerte seguía presente en la vida de la sociedad mexicana, ésta tuvo que adecuarse a las nuevas formas.
Ya no era vista como una deidad de connotaciones negativas, sino que tuvo que aceptar su nuevo significado, uno que parecía igual de divertido.
Las primeras huesudas fiesteras
A finales de los 1700 nacieron las famosas calaveritas literarias. Versos escritos a manera de crítica social e inspirados en los epitafios de los burgueses.
La crítica de estos textos se enfocaba en las desigualdades sociales y las injusticias que vivían las personas de sangre indígena, los mestizos y trabajadores.
Estas eran acompañadas de pequeñas ilustraciones de calaveras que danzaban, celebraban o realizaban alguna actividad cotidiana. La actitud fiestera de estos dibujos es con la que ahora se relaciona a las catrinas.
La Calavera Garbancera, la primera Catrina
En la época de El Porfiriato, existía una fuerte crítica para los mexicanos con sangre indígena que, a causa de la destrucción de los pueblos originarios y la satanización de sus creencias, negaban y rechazaban su propia raza.
Y fue precisamente esa situación la que inspiró al grabador, ilustrador y caricaturista José Guadalupe Posada Aguilar para crear el grabado “La Calavera Garbancera”.
Posada tomó la figura de las calaveritas literarias y le dio como única prenda de vestir un opulento sombrero. Y es que en sus palabras, algunas personas están “… En los huesos, pero con sombrero francés, pero con sus plumas de avestruz“.
Esta catrina lleva el nombre de garbancera porque así se le decía a las personas que vendían garbanzos y que aún teniendo herencia indígena, renegaban de ella y pretendían ser europeos.
Así nació oficialmente La Catrina
Más tarde, en 1947, la imagen definitiva de La Catrina fue plasmada en el mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, del muralista Diego Rivera. Desde ahí se le conoció oficialmente como Catrina.
Dicha obra fue realizada por Rivera y una joven Rina Lazo, y representaba una síntesis de la Historia de México entre el siglo XVI y la primera mitad del siglo XX.
Aquí se pueden ver personajes como el virrey Luis de Velasco, Agustín de Iturbida, Antonio López de Santa Anna y el escritor y libertador cubano José Martí.
Uno de los aspectos más importantes de la obra, es sin duda la imagen de Diego Rivera de niño junto a Frida Kahlo, y junto a ellos José Guadalupe Posada quien lleva colgada del brazo a su pomposa Calavera Garbancera, pero esta vez está usando un elegante vestido largo y una estola de plumas que representa a Quetzalcoatl.
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Esta nueva imagen de la calavera, la hacía lucir como catrina o catrín, adjetivos que se refieren a personas vestidas con atuendos de gala, que por lo general pertenecen a la clase alta.
Sin duda, el camino de La Catrina ha sido largo, ha pasado por varias transformaciones, hasta convertirse en lo que es ahora, un símbolo que representa a un país entero.