La energía femenina envuelve a Casa Milán, una colectiva de siete mujeres que son artistas emergentes se reunieron en este espacio para cambiar el discurso. Sin poner en duda lo sagrado de las marchas, protestas, pintas y la rabia… ahora, es a través del arte y la inspiración que buscan generar conciencia contra la violencia de género.
Camila Orleansky, artista pictórica; José Obscura, artista visual; la artista multidisciplinaria Pamela Herrera, la artista plástica Lucía Palma, Maf Gobera, artista multidisciplinaria, y también Paola Carolina Sino Q y Tamara Acuña alzaron la voz en la exposición De umbrales e incendios.
La temática abraza el desnudo femenino en diversas formas, para responder a la escena del arte contemporáneo actual en el que las nudes han dejado de ser armas para ser statements de reafirmación, así como una muestra de sus contemplaciones ante el reto de lo femenino en la sexualidad y lo cotidiano.
Sensibilidad a flor de piel
Camila presenta, con esta visión femenina, cuatro pinturas llenas de simbolismos. Para la creativa una de sus obras cumbre es Camposanto de Luciérnagas, hecha sobre triplay de madera de pino, con acrílico, en el que respetó todos los nudos y vetas que tenía la madera.
“Es una obra que hice hace cuatro años, nunca había sido expuesta porque me marcó mucho, me generó tanto impacto que la guardé en una bodega para no tener que verla. Habla de los niños que se quedan sin mamá debido a los feminicidios”, explicó Orleansky.
Camila detalló que con su visión quiso mostrar que la violencia contra la mujer no nada más afecta a la víctima, sino a su entorno social, su familia y amigos. “Quería que la obra tuviera un tono de esperanza, a pesar de la situación tan fea, pero el amor maternal de estas mujeres trasciende al mundo físico”, detalló.
Orleansky también muestra Profundo en la memoria, que habla de un desorden del sueño; Manto de cielo que es un desnudo femenino en óleo, con hoja de oro y madera, que habla del resguardo al ser uno mismo. Al final está La fragilidad del sentimiento profundo, una reflexión de no respetar la vulnerabilidad y sensibilidad de los otros.
“Me encanta compartir espacios de arte con mujeres; es un momento increíble que estamos viviendo, en el que cada vez hay más mujeres en más espacios de arte. La mujeres dejamos de ser musas para ser creadoras”, mencionó Orleansky, que remató, “no necesito que alguien me mire, me miro yo misma”.
La maquila erótica
En la segunda sala de Casa Milán obras realizadas a partir de lana picada tienen la forma de un pene, vulvas y representaciones gráficas de lo que es la sexualidad y sensualidad de la mujer del siglo XXI, las piezas dan la bienvenida al mundo de la artista visual José, quien ideó la muestra La maquila erótica.
“Es en un tono irónico y amable a la vez, la intención es provocar lo emocional alrededor del sexo, no nada más verlo como algo morboso, difícil de tratar, es darle una segunda oportunidad a la propuesta de verlo con otros ojos más amables y como algo afortunado para todos, darle dignidad al tema”, contó Obscura.
José creció en Querétaro y esta es una especie de respuesta a ese ambiente “retrógrado de no aceptar algo que es tan humano como la sexualidad y sus expresiones”. Todo empezó como una broma de un juguete sexual de lana y con amigas hizo más durante un año y medio, porque la técnica es tardada.
“Se transgrede de una manera muy dulce esta idea, sí estamos provocando, pero es en buena onda, queremos ayudar al tema, más que buscar nada más la provocación porque si. La propuesta es muy sincera en su esencia de que el sexo es algo muy lindo y no todos tenemos la oportunidad de verlo de esa manera”, dijo.
Mujeres con talento
Pamela está detrás de la organización de la expo De umbrales e incendios, ella misma también expone tres obras importantes para su desarrollo artístico multidisciplinario, que incluye también la poesía. En esta oportunidad Herrera llevó su escritura a un plano físico.
“Las piezas son un recorrido literario”, expresó, como unos autorretratos de mujeres que le compartieron su nudes, de las que exaltó la transformación de ser “un arma que podía destruir tu vida, a resignificarlas como un vehículo para congelar un momento en el que te sentiste bien con tu propia piel”, explicó Pamela.
Las imágenes, en las que los rostros se difuminan para que haya una identificación, no tienen una connotación sexual, más bien son una herramienta de aceptación corporal y de diversificación, alejadas de los cuerpos normativos, para proyectar “cada vez que ellas se reclaman suyas, yo me hago un poco más mía”, compartió.
Otros trabajos incluyen una instalación de 340 (el número de feminicidios al mes en México) esculturas de jacarandas hechas de arcilla a mano, que le llevó un mes y medio para lograrla, y que le significa a Herrera lo que es estar rodeada de un grupo de mujeres.
“Al hablar de la violencia de género, especialmente de los feminicidios, hay mucha resistencia. Siento que en algún punto nos atoramos para llegar al discurso de que esto es tan cotidiano que se está normalizando, como que haya jacarandas en abril. Pero las flores tienen raíces que parten el suelo”, mencionó Pamela.
Con su trabajo artístico, válida la rabia y el enojo por las que ya no están, con un homenaje al despertar de conciencia colectiva y muestra la inspiración de crecer rodeada de mujeres fuertes, como su bisabuela, de quien recibió un espejo que intervino con veladuras con pintura y oro, y la llamó Enteramente rota.
“Quería representar este linaje, tanto mío como de todas, creo que cuando una sana un patrón de su familia, sana a todas las otras integrantes, las de antes y las que vienen después. Esta pieza es un homenaje a las mujeres de mi linaje, de lo que hago con lo que parece roto, haciendo algo nuevo”, consideró.
Confrontando el dolor
Lucía plasmó su arte plástico en dos obras en las que experimentó con los medios y los materiales, gracias a su acercamiento al arte desde un lado más académico, la joven de 23 años cuenta con trabajos en los que hace eco a mujeres como Juana de Arco, con un discurso de empoderamiento.
Con su Altar a mis dos yo, Palma habla de la dualidad de ser mujer, con una lucha de luz y sombra interna, a partir de experiencias de violencia y tratar de sanar esa herida. Su segunda visión es un móvil llamado La casa de sanación. En ambas mostró un proceso de curación utilizando una técnica de bordado.
“El bordado funciona como una herramienta en la que podemos suturar la herida, pero al mismo tiempo a la hora de atravesar la tela con la aguja la estamos hiriendo otra vez, en esta metáfora es confrontarnos con nuestro dolor, tocarlo nos ayuda a cerrar y sanar. El tejido es una tradición que viene de hace mucho tiempo”, detalló.
En su autorretrato, Lucía representa a una mujer en batalla, con la espada que en la alquimia y la brujería medieval significa un direccionador de energía, que cuando apunta hacia arriba representa lo masculino y lo espiritual, y cuando lo hace para abajo es lo femenino y de estar en la Tierra.
La herencia española e indígena de Palma se hace presente con alegorías del mestizaje. En su marco habla del fuego de transformación, ese con el que se puede jugar sin quemarse. Mientras que en su móvil hay un balance que encontró desde el amor que recibió de sus mujeres y que comparte con aquellas que no lo tienen.
Con una referencia directa al pintor Vasili Kandinski, Lucía plasma la hierofanía, que le da un significado espiritual a un objeto, casi como el tótem. “Salirnos del discurso del dolor, transmutarlo y expresarlo desde otro espacio, puede ser mucho más escuchado que la rabia, el enojo y la agresión”, invitó Lucía.
De mujeres en equipo
Maf está convencida de que las mujeres son mucho mejor en equipo y no en competencia, por eso la compañía de sus colegas en De umbrales e incendios fue ideal. Para su exposición Gobera se quiso basar en los trances que se tienen en la vida, exaltando a las mujeres sensibles.
Maf expone The Black Sheep, en la que retrató cuando se fue de casa a los 17 años porque sintió la necesidad de desprenderse de los patrones católicos que permeaban en su familia, aunque sin dejar de honrar a su linaje. Las técnicas en el trabajo de Gobera son la acuarela y gouache.
También muestra Brujas, en el que simboliza la relación entre mujeres, la dualidad entre las curanderas y sanadoras, que son más rebeldes y sensuales, que se juntaron para generar tradición y ceremonia. En Levitation Practices hace mella a los parámetros de belleza actuales inalcanzables.
Así como la noción de que los humanos queremos siempre ordenar y embellecer el entorno. De su cotidiano quiso mostrar el cuadro Mind Games, en el que separó literalmente el cuerpo de la mente, para reflexionar que “sobre pensar no lleva nunca a nada”.
Para cerrar están Blood Path y Good Girl (el único en óleo). En el primero muestra a través de un útero el sistema femenino y cómo se viven los problemas hormonales, aunque celebrando el caos del interior. Mientras que en el segundo hay una representación oscura de la parte espiritual que transita al mundo terrenal.
Para ayudar…
Un porcentaje de la obra será donada a la asociación civil Nosotras para ellas, que dan acompañamiento legal y psicológico a víctimas de violencia de género. “Cuando una abre camino para sí misma, realmente lo abre para todas. El talento de las mujeres va más allá de ser musas”, finalizó Herrera.
De umbrales e incendios
Dónde: Casa Milán (Milán 41, Juárez, Cuauhtémoc).
Horarios: lunes a viernes 11:00 – 18:00 horas / sábado 12:00 – 18:00 horas.
Fecha: Hasta el 25 de mayo.
Costo: Entrada libre.
Recomendación: Solo para adolescentes y adultos.
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